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viernes, 25 de enero de 2013

Cocido Madrileño de la Señora Pepita

Ingredientes para 4 personas:

1/4 carne para cocido (morcillo)
1 hueso fresco
1 trozo de chorizo
1 trozo de tocino
1 hueso de espinazo
1 punta de jamón
Garbanzos (puñado por persona)
2 zanahorias
Puerro
Nabo
1 patata
1 rama de apio


Elaboración:

Echo en una olla todos los ingredientes. 
- Si es olla rápida: a fuego lento de 30 minutos desde que pite.
- Si es olla exprés o a presión: 45 minutos desde que empieza a cocer.

Si los garbanzos son frescos, se ponen en agua el día anterior, y si son de bote, se ponen junto con el resto de ingredientes. Si tenéis una malla o redecilla, podéis poner los garbanzos dentro para que sea más fácil separarlos después de la carne y de las verduras.

Una vez que se tiene todo hecho, separamos el caldo y se echan los fideos para nuestro primer plato: la sopa. Después, para el segundo, ponemos en un plato la carne con la verdura y los garbanzos.





En mi casa tenemos la costumbre de machacar los garbanzos junto con la carne y la verdura, le echamos un chorrito de aceite e incluso mi padre le añadía vinagre. También se puede comer la sopa junto con los garbanzos y la carne con la verdura como segundo plato, para gustos...


El cocido maragato, se prepara de una manera muy similar, primero sirven la carne con la verdura y de segundo la sopa de fideos.

También se puede echar pollo o gallina para suavizar el sabor, aunque a la Señora Pepita no le gustaba, así que no lo he incluido en la receta.
En fin, que hay una infinidad de forma de comerlo, casi tantas como de prepararlo.

Por cierto, para quien no lo sepa, la Señora Pepita era mi madre.
Ahora os contaré qué tiene de especial este plato para mí:

Todos los domingos en mi casa comíamos cocido. Es mi plato favorito y siempre que lo como me acuerdo de mis padres, aunque muy especialmente de mi padre, porque a él le gustaba tanto como a mí o quizás más. 


Recuerdo un verano en Torrevieja, donde tenían mis padres un apartamento en la playa, con 40 grados a la sombra, un calor que te derretías. Era domingo, y los domingos el cocido en mi casa era sagrado pero con ese calor a ver quién era el guapo que se comía un cocido. 
Así que, nos ves a mi padre y a mi con el ventilador enfrente a toda pastilla, comiendo la sopa ardiendo, porque mi madre nos la ponía recién sacada del fuego, ya fuera invierno o verano, haciendo todavía glu, glu.
Se nos caían los chorros de sudor por la frente pero, igualmente, nos sabía a gloria.
Por cierto que mi sobrino Manolo, cuando la abuela ponía la comida ardiendo, que hasta salía humo, invariablemente se quemaba la lengua.

- Joer abuela, ¡que está ardiendo!
A lo que respondía mi padre:
- Desde que se inventó el soplido, aquel que se quema es tonto.

Entre recuerdos, sonrisas y alguna lagrimilla os dejo cocinando este plato tan tradicional, ¡Qué aproveche!


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